Se imaginan ustedes asistir a un Consejo de Ministros. Ahí en primera fila, con unas palomitas y una coca-cola gigante. He de confesarles que nunca me gustó ir solo al cine, sobre todo cuando las películas son de terror o comedias; siempre es mejor verlas acompañado, bien para apretar la mano al compañero en las escenas macabras o para desternillarse de risa acompañado; así que le invito a usted a sentarse a mi lado y "disfrutar". Yo llevo las chuches.
Esta semana no ha sido muy positiva para el Maestro; su aspecto denota seriedad y cansancio. Aunque desde el exterior se ve apoyado por las Estancias más altas de Europa, elogiando las medidas que está tomando; en su país muchas fuerzas le dan la espalda. Había predicado sobre los milagros que haría cuando fuera presidente; pero mucho de aquello se había vuelto en su contra. El peso de los problemas había demacrado en pocos meses su aspecto ya de por sí poco saludable.
Vestido con su mejor traje y evadido de la realidad espera a que la nube de fotógrafos termine su trabajo. Él se encuentra en el centro de la mesa, a su derecha se encuentra situada como de costumbre Santamaría. Su cuerpo reposa hacia el lado contrario que su señor; viste elegantemente traje pantalón verde hierba y una pashmina roja; el pelo suelto y escasa de maquillaje, escucha sosegadamente los cotilleos del discípulo Alberto "el Juicioso":
-Ya sabes Santamaría que son todo rumores, pero en Génova hay voces que no están de acuerdo con las parábolas del señor; y cuando el río suena... ya sabes Santamaría.
Ella asiente cerrando los ojos. Mientras el licenciado Alberto arquea gravemente las cejas, mientras Pedro, al que llaman "el Defensor" ha sido testigo mudo de la confidencia.
Más a la derecha del señor, se encuentran Luis, llamado "el Económico" y Cristóbal "el Hacendoso" que mirando hacía el maestro, comentan ante José María "el Extranjero" si sería posible conseguir un pacto con esa fuerza catalana, para sacar adelante los austeros presupuestos, -aunque no los necesitamos- sonríe mientras comenta José María. Los tres esperarán a tener a su señor fuera de las cámaras fotográficas para solicitar su opinión; hasta el momento y desde el inicio de esta función, el señor no ha movido un músculo ante el continuo destello de los flash de las cámaras; más pareciera una figura de cera.
A la izquierda del maestro, Jorge, Ignacio "el Maestro" y Ángel "el Labrador" reclaman al señor e intentan animarle para que cambie el semblante tan frió y distante, ya que la idea es dar sensación de tranquilidad y confianza ante el mundo.
Más a la izquierda otro grupo de tres ministros del señor disertan sobre las últimas medidas aplicadas, en los ministerios que les competen: Ana a la que apodaron "la Matrona", Fátima "la Desocupada" y Manuel "el Industrial". La más afectada, Fátima ha confirmado hace pocas horas algo que esperaba no sucediera; pero los datos finalmente arrojan una bajada de incondicionales al mesías de 6.400.000. Ana y Manuel intentan animarla y la aconsejan que se acerque al señor para que le de consejo sobre el asunto y la acoja en su gloria.
Mientras los camarografos y los periodistas recogen sus enseres, desde una de las puertas de acceso a la estancia donde nos encontramos, aparece la discípula Carmen y solicita a todos los medios de comunicación que desalojen ordenadamente ya que sus señorías tienen que comenzar la sesión.
Creo que nosotros también nos vamos. No me veo con fuerzas de aguantar toda la sesión y por su cara creo que usted tampoco.
Salga delante de mi que cierro la puerta no siendo que se escape el gato.
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